La pobreza en el mundo rural hace que la leña sea utilizada
como una de las principales fuentes de energía. Esto hace que la tala de
árboles y matorrales sea muy frecuente en los alrededores de las casas o
poblaciones aisladas a las que no llega ni
siquiera la energía eléctrica.
La naturaleza sirve de soporte vital a la gente más
necesitada. Gracias a la leña se puede cocinar, calentar agua para lavarse o hacer
funcionar a los hornos para obtener pan o hacer cerámica. Esa fue la fuente de
energía que durante muchos siglos ha utilizado la humanidad. Pero, actualmente,
el aumento de la población hace que el uso de la biomasa forestal se convierta
en un problema.
El uso de madera para cubrir las necesidades primarias está
generando un problema grave de deforestación y pérdida de un patrimonio natural
que debería ser de todos. A esto se suma el que el ganado también se alimenta
de los brotes tiernos de las nuevas plantas lo que impide la regeneración del
bosque.
Es necesario asegurar las necesidades primarias de la
población rural para poder conservar nuestros bosques. El problema nos afecta a todos,
aunque unos lo sufren más que otros. La protección de nuestro medioambiente
pasa, entre otras cosas, por la
erradicación de la pobreza y para eso hay que ofrecer fuentes de energía
alternativas
Los bosques nos
proporcionan muchas cosas; son el hábitat de muchas especies, nos suministran
aire puro, protegen los suelos de la erosión, ayudan a generar lluvia, regulan
las temperaturas y proporcionan sombra, nos ofrecen un espacio de disfrute y
tranquilidad. Su valor va más allá del precio que se podría conseguir por su
madera. ¡Es obligación de todos conservarlos!
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