miércoles, 7 de enero de 2015

Perdemos nuestros bosques


La pobreza en el mundo rural hace que la leña sea utilizada como una de las principales fuentes de energía. Esto hace que la tala de árboles y matorrales sea muy frecuente en los alrededores de las casas o poblaciones  aisladas a las que no llega ni siquiera la energía eléctrica.


La naturaleza sirve de soporte vital a la gente más necesitada. Gracias a la leña se puede cocinar, calentar agua para lavarse o hacer funcionar a los hornos para obtener pan o hacer cerámica. Esa fue la fuente de energía que durante muchos siglos ha utilizado la humanidad. Pero, actualmente, el aumento de la población hace que el uso de la biomasa forestal se convierta en un problema. 


El uso de madera para cubrir las necesidades primarias está generando un problema grave de deforestación y pérdida de un patrimonio natural que debería ser de todos. A esto se suma el que el ganado también se alimenta de los brotes tiernos de las nuevas plantas lo que impide la regeneración del bosque. 

Es necesario asegurar las necesidades primarias de la población rural para poder conservar  nuestros bosques. El problema nos afecta a todos, aunque unos lo sufren más que otros. La protección de nuestro medioambiente pasa,  entre otras cosas, por la erradicación de la pobreza y para eso hay que ofrecer fuentes de energía alternativas


Los bosques  nos proporcionan muchas cosas; son el hábitat de muchas especies, nos suministran aire puro, protegen los suelos de la erosión, ayudan a generar lluvia, regulan las temperaturas y proporcionan sombra, nos ofrecen un espacio de disfrute y tranquilidad. Su valor va más allá del precio que se podría conseguir por su madera. ¡Es obligación de todos conservarlos!

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